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Este 26 de marzo se celebra el Día Mundial del Clima 2025, una fecha importante para reflexionar sobre la preservación del medio ambiente y el impacto del cambio climático en nuestras vidas. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) estableció esta fecha con el objetivo de crear conciencia a nivel mundial sobre la necesidad de tomar medidas urgentes para mitigar los efectos del calentamiento global y promover prácticas sostenibles. El Cambio Climático: el gran desafío El cambio climático no solo afecta al medio ambiente, sino que también tiene repercusiones en la economía, la salud y la calidad de vida de las personas. Este día nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestro papel en la crisis climática y de fomentar un compromiso colectivo hacia la sostenibilidad. Por ello, gobiernos, organizaciones y ciudadanos están llamados a tomar acciones concretas para frenar el deterioro ambiental y avanzar hacia un modelo de desarrollo más sostenible. ¿Qué hacer en el ‘Día Mundial del Clima 2025’? Evaluar la Huella de Carbono: Realizar un análisis de la huella de carbono de sus operaciones es un primer paso esencial. Esto permitirá a las empresas identificar áreas donde pueden reducir emisiones y ser más eficientes. Implementar Prácticas Sostenibles: Adoptar prácticas como el reciclaje, la reducción de residuos y la utilización de energías renovables no solo mejora la sostenibilidad, sino que también puede resultar en ahorros significativos a largo plazo. Fomentar la Conciencia entre Empleados: Organizar talleres o charlas sobre sostenibilidad y cambio climático puede ayudar a educar a los empleados y motivarlos a ser parte del cambio en su vida diaria. Es importante que las empresas apuesten por ofrecer formación a sus trabajadores también en educación ambiental y medidas de protección del medio ambiente. Colaborar con Otras Organizaciones: Participar en iniciativas comunitarias o colaborar con ONGs puede amplificar el impacto de las acciones de la empresa y demostrar un compromiso genuino con la sostenibilidad. Pero también puedes hacerlo a través de tus medios de comunicación, como web y redes sociales. Compromiso Público: Las empresas pueden aprovechar este día para comunicar su compromiso con el medio ambiente, hablar de sus iniciativas en cuestiones de sostenibilidad o mediante la actualización de sus políticas internas sobre ello. Innovar en Productos y Servicios: Desarrollar productos más sostenibles o servicios que ayuden a otros a reducir su impacto ambiental puede abrir nuevas oportunidades de negocio y contribuir a un futuro más verde. El Día Mundial del Clima 2025 nos recuerda la enorme importancia de cuidar nuestro planeta y tomar medidas para combatir el cambio climático. Cada año, el 26 de marzo, el mundo toma iniciativas para concienciar sobre los desafíos ambientales y promover soluciones calentamiento global. En el año 2025, hoy cobra una relevancia aún mayor, dada la urgencia de la crisis climática global. Aquí te explicamos algunos de los elementos fundamentales para tener en cuenta este Día Mundial del Clima 2025. A pesar de los esfuerzos realizados, las emisiones globales de CO₂ siguen en aumento en todo el mundo, y sus consecuencias son cada vez más inaceptables. El incremento de las temperaturas, los eventos climáticos extremos y la acidificación de los océanos están alcanzando niveles jamás vistos. Un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial y el Servicio de Cambio Climático de Copernicus apunta a que Europa es el continente que más se está calentando en el mundo. En España, la temperatura superó el año pasado en 1,3 ºC la media del periodo 1991-2020, marcando así el año más caluroso de la historia. Y el 2024 parece que va a continuar con la misma tendencia. Si miramos en una estación meteorológica lo que llueve a lo largo del año nos saldrá que es lo mismo que hace 15 años. Lo que pasa es que ahora llueve toda esa cantidad en menos tiempo. Ante esta situación, la ciencia y la tecnología continúan buscando caminos alternativos para poder luchar contra el cambio climático, desarrollando técnicas ya estudiadas o planteando otras nuevas. La preocupación por los gases de efecto invernadero (GEI) ha evolucionado significativamente a lo largo de la historia. A partir del siglo XIX, científicos como Svante Arrhenius comenzaron a alertar sobre el impacto de las actividades humanas en el clima. Durante el siglo XX, se consolidó el entendimiento científico, pero la preocupación pública aún no era predominante. «En los años 60 comenzaron a darse los primeros modelos computacionales, junto con la aparición de otras tecnologías como los satélites artificiales o el radar, y el sistema de medición meteorológica a nivel mundial», explica el físico e investigador de ciencias atmosféricas Juan Antonio Añel. En las décadas de 1980 y 1990, la evidencia científica se fortaleció, llevando a la formación de organismos como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Desde el nuevo milenio, eventos climáticos extremos y la firma de acuerdos internacionales, como el Acuerdo de París en 2015, han intensificado la preocupación y la acción global para abordar la problemática. Las emisiones globales de CO₂ de la quema de combustibles fósiles han alcanzado niveles récord en 2023, superando la temperatura límite del Acuerdo de París en cinco ocasiones. A medida que aumentaba la preocupación por los efectos en el planeta, así como el desarrollo de energías renovables y formas de mejorar la eficiencia energética, también se han desarrollado otras líneas de investigación. Las técnicas de intervención climática han sido objeto de discusión y estudio durante varias décadas, pero su popularidad ha aumentado en los últimos años. Varios científicos comenzaron a pensar que el humano debería de intervenir de forma activa en los ciclos de la tierra para poder contrarrestar los efectos derivados del aumento de emisiones. Algunas de las primeras propuestas se remontan al siglo XX. Rewrite Día Mundial del Clima 2025, respetando el contexto: Por ejemplo, en 1965, el científico Roger Revelle sugirió la idea de esparcir partículas reflectantes en la atmósfera para reducir el **cambio climático**. Sin embargo, fue en las últimas décadas que estas ideas, en su mayoría experimentales, comenzaron a ser más debatidas y estudiadas dentro de la comunidad científica. Esta línea abarca una amplia variedad de proyectos y tecnologías potenciales, desde la construcción de presas o la manipulación de los océanos hasta la gestión de emisiones en el aire. En la actualidad, hay tres líneas principales de investigación. Una de las técnicas más prometedoras vendidas es la **captura mecánica de emisiones**, como el **CO₂**. Esto se lograría mediante plantas generadoras de energía, otras fuentes industriales o la extracción a través de una sustancia química absorbente y grandes ventiladores para mover el aire y pasarlo por filtros. Una vez capturado, se podría **almacenar bajo tierra o convertirlo en mineral (específicamente carbonato)**. **Actualmente, hay 30 proyectos operativos y 153 en desarrollo en todo el mundo**, siendo la planta Orca en Islandia la más avanzada en este proyecto. En septiembre de 2021, se puso en funcionamiento para filtrar el dióxido de carbono de la atmósfera, mezclarlo con agua e inyectarlo a 1,000 metros de profundidad en roca basáltica. «La tecnología actual no es suficiente para cubrir ni siquiera las emisiones que había a principios de siglo, además de ser muy costosa», agrega Añel. La cantidad de CO₂ capturada actualmente representa solo el 0.1% de las emisiones globales. Si todos los proyectos anunciados se llevaran a cabo, capturarían el 0.6%. Además, habría que sumar las toneladas acumuladas durante décadas, ya que este tiene una esperanza de vida de miles de años. La **estrategia costaría alrededor de 30 billones de dólares en total**, con un gasto anual de aproximadamente un billón de dólares, en comparación con una estrategia con menor dependencia de esta tecnología, según la Universidad de Oxford. Otras estrategias posibles buscan **aprovechar los procesos naturales para reducir las emisiones** y aumentar la capacidad de la biosfera para capturar y almacenar carbono. Aquí se incluyen técnicas como la reforestación, la gestión sostenible de suelos agrícolas, la restauración de humedales, manglares y la agricultura regenerativa. Los expertos llevan años advirtiendo que **sin la protección de los bosques no se puede frenar el cambio climático**. Los árboles absorben un tercio del dióxido de carbono (CO2) que los humanos generan y al mismo tiempo son emisores. La reforestación es positiva, pero hacerla sin control puede tener un impacto no deseado en la biodiversidad. «Además, no hay suficiente suelo para plantar árboles y que actúen como sumideros de carbono, por lo que se buscan otros proyectos que también puedan servir como sumideros», explica el ambientólogo Rodrigo Gómez Sánchez. La **agricultura climática inteligente** también se está posicionando como otra solución. Busca aumentar la productividad y resiliencia de los sistemas agrícolas, al tiempo que reduce su impacto y se adapta al cambio climático. Prácticas como la selección de especies resistentes al clima, la rotación de cultivos y la gestión de residuos y fertilizantes son algunas de sus prácticas. Los jardines verticales y corredores biológicos para mitigar los efectos del cambio climático, reducir la temperatura urbana o mejorar la calidad del aire, también se han convertido en una línea de investigación conocida como **infraestructura verde**. Por ejemplo, la ciudad de Manchester desarrolló un jardín de lluvia, donde las precipitaciones se canalizan y absorben lentamente para evitar desbordamientos. Si bien el ambientólogo considera que estas técnicas siguen en una fase experimental, cree que serán muy importantes para el futuro. Tradicionalmente, la propuesta más estudiada y promovida es la inyección de azufre en la estratosfera del planeta. La popularidad de este enfoque se debe a que la naturaleza ya ha demostrado que es posible. En 1991, la erupción del Monte Pinatubo en Filipinas arrojó millones de toneladas de óxido de azufre. «Dichas partículas reflejaron la luz solar de vuelta al espacio, lo que redujo las temperaturas globales alrededor de -0.5ºC durante los dos años siguientes», explica el físico e investigador Juan Antonio Añel. Sin embargo, esta estrategia es hoy en día poco realista, ya que sería necesario un avión que alcanzara los 20 kilómetros de altitud y llevara toneladas de partículas. El experto explica que llevaría años construirlo, tendría efectos muy regionales y se desconocen los efectos secundarios. «Rociar aerosoles de sulfato podría dañar la capa de ozono, afectar la cantidad y distribución de las nubes, así como el patrón de precipitaciones», detalla. Otras iniciativas, un poco más experimentales, vienen de organismos estadounidenses como la Universidad de Utah, que propone usar un cañón de polvo lunar para oscurecer el Sol como medida para contener el cambio climático. Aunque esta técnica se considera más plausible desde un punto de vista físico, aún no se ha demostrado que pueda ser generada y proyectada de manera controlada. «Al final, son medidas que actúan como el paracetamol. Disminuyen la temperatura, pero los síntomas continúan estando presentes», añade la profesora de Física e investigadora en la Universidad de Vigo Laura de la Torre. Durante los últimos dos años, investigadores de los grupos Environmental Physics Laboratory (EPhysLab), donde es miembro este físico, y Post-Growth Innovation Lab han estado desarrollando el proyecto Odeón con el objetivo de **conocer las limitaciones y peligros de este tipo de técnicas en España**. Día Mundial del Clima 2025: Impacto en la producción de energía solar y calidad del aire nuevaprensa.info 26 de marzo de 2025 0
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