El próximo presidente de México debe incrementar la recaudación de impuestos para financiar programas sociales.
La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, se enfrentará a la nada envidiable tarea de cumplir las promesas de campaña de impulsar los programas sociales, incluso después de que una ola de gastos en los años electorales de su predecesor llevó el déficit presupuestario a su nivel más alto desde los años 1980.
Después de ganarse la confianza de los inversionistas con políticas de gasto estrictas durante la mayor parte de su mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador abrió su billetera en su último año en el cargo para completar proyectos emblemáticos de infraestructura y cubrir un aumento en el bienestar de los más pobres.
Esto llevó el déficit al 5,9% del producto interno bruto (PIB) en 2024, desde el 4,3% en años anteriores. Estas medidas obligarán a la administración entrante de Sheinbaum a mantener el límite de gasto o correrán el riesgo de afectar la solvencia crediticia de México.