Ante la temporada de incendios forestales, Doñana se convierte en un auténtico polvorín

Pinos muertos: antes de la temporada de incendios forestales, Doñana se convierte en un auténtico polvorín. De ambientalistas en acción hace unos meses se denunció la alarmante muerte de pinos en Doñana y desde entonces poco o nada se ha hecho, pero la situación empeora con el peligro de incendios forestales lo que implica la gran cantidad de madera seca y material combustible existente en el Parque de Doñana.

Las causas de la disminución de la población de pinos aún no están claras, pero miles de pinos sueltos son atacados en masa por el barrenador, un molesto insecto que acaba matándolos. Si en invierno las zonas afectadas eran zonas bajas entre las dunas y en El Puntal, ahora se extienden a los inmensos pinares de Marismillas, desde el Cerro del Trigo hasta el Guadalquivir, generando un paisaje desolador.

Mientras se debate qué hacer con la madera muerta, parece imperativo tomar medidas contra ella, incendios forestales y establecer carriles y zonas contra incendios bien diseñados. Y es obligatorio porque la región de Doñana, según la organización ecologista, es «un punto negro» acerca de incendios forestales, con más de treinta incendios e intentos registrados sólo la temporada pasada. Hay que recordar el gran incendio de 2017, con origen en Las Peñuelas, que quemó alrededor de 8.400 hectáreas en la región y que, como muchos otros, continúa sin culpa; también en 2021 en Lucena del Puerto, que arrasó 200 hectáreas, y en 2023 en Bonares, que arrasó 450 hectáreas, ambos a la espera de medidas de restauración.

La organización ecologista tiene como objetivo evitar posibles incendios forestales, además de la extinción mencionada anteriormente:

• Que se incremente la gestión forestal, desde Plantaciones forestales abandonadas de pinos y eucaliptos. Se comportan como auténticas bombas de tiempo responsables de la mayoría de ellos, incendios forestales y su gran destrucción.
• Déjalo recuperarse ganadería extensiva, lo que posibilita, no sólo la supervivencia de las razas nativas, sino también el establecimiento de una población, la generación de empleo y evite el pasto y la biomasa seca en el campo.