Venezuela asfixiada por persecución y represión gubernamental a un mes de elecciones.
Activistas, líderes sociales y ciudadanos comunes en Venezuela no se atreven a hablar públicamente sobre la situación en el país por temor a ser arrestados por las fuerzas del orden, que han intensificado su represión y arrestos de quienes hablan en contra del gobierno un mes antes de las disputadas elecciones presidenciales de julio.
El blanco de la persecución ya no se limitaba a dirigentes políticos o periodistas, sino que se extendía a otros ámbitos: los habitantes de zonas populares, testigos electorales o cualquier persona que exprese dudas sobre los resultados oficiales de una elección que el presidente Nicolás Maduro fue declarado ganador pero que la oposición considera fraudulenta.
Según grupos de derechos humanos, más de 2.400 personas, entre ellas al menos 100 adolescentes, han sido detenidas en menos de dos semanas. Las detenciones, muchas de ellas documentadas en vídeo, se produjeron en contexto protestas contra los resultados electorales.
«Vi pura maldad», dijo. Voz de América una mujer venezolana que afirma que personas con el rostro tapado la vinieron a buscar a su barrio. La mujer pidió no revelar su identidad por temor a mayores represalias.
Los detenidos son trasladados a cárceles de máxima seguridad.
“Tocorón y Tocuyito. «Tengo listo a Tocorón y los meteré a todos en Tocorón», dijo Maduro, refiriéndose al nombre de las cárceles venezolanas, al calificar de «terroristas» y «fascistas» a quienes participaron en las manifestaciones para denunciar el fraude en un elección que, según expedientes conservados por testigos de la oposición, habría ganado el candidato Edmundo González Urrutia.
«La nueva normalidad»
Las desapariciones forzadas y las detenciones arbitrarias se han convertido en la «nueva normalidad» en Venezuela, dice Provea una de las organizaciones de derechos humanos más antiguas del país, y revela cómo el gobierno de Maduro ha intensificado la «Operación Tun-Tun», término acuñado por altos funcionarios del gobierno.
El «Tun-Tun» es, según familiares de quienes lo vivieron, la «visita» de miembros de las fuerzas de seguridad a los domicilios de opositores, líderes sociales y manifestantes para decapitarlos o detenerlos con o sin orden judicial. Su nombre hace referencia al sonido que se produce al golpear una puerta con los dedos.
“Que toquen tu puerta y te digan que te van a llevar porque les da la gana, porque presenciaste una comida, porque trabajaste por tu país; ¡Eso me da miedo, que me lleven sólo porque trabajé por mi país!», dijo VOA un ciudadano que también pidió no ser identificado por miedo.
Según Provea, no se trata de hechos aislados, sino que «corresponden a una política de Estado (…) En el país se han configurado una serie de patrones represivos que son cada vez más poderosos y producen cada vez más víctimas».
Para muchos venezolanos, parte de la «nueva normalidad» implica borrar fotos o mensajes de teléfonos celulares que puedan ser considerados críticos con el gobierno, por temor a que, si bien son ilegales sin una orden judicial, los funcionarios de seguridad puedan examinarlos en un puesto de control y usarlos como información. excusa para extorsionarlos o enviarlos a la cárcel.
Luego de las elecciones, el gobierno de Nicolás Maduro incrementó el bloqueo de portales digitales, plataforma restringida e instó a sus seguidores y empleados públicos a eliminar la popular aplicación de mensajería instantánea WhatsApp debido a la supuesta información «terrorista» compartida en línea.
WhatsApp es utilizado por el 93% de quienes tienen internet en el país, según ciberactivistas.
El «intento deliberado» del Estado de controlar la información ha creado «asfixia» para periodistas y ciudadanos, dijo. VOA Carlos Lauría, director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
«La libertad de prensa, la libertad de expresión y los derechos humanos reciben un golpe tras otro en una situación de represión que ya ha superado todos los límites».
La censura de los medios y la limitación del acceso a la información en Venezuela han sido documentadas rigurosamente por organizaciones internacionales durante al menos la última década.
De 2004 a 2024, aproximadamente 405 medios de comunicación (radio, periódicos y estaciones de televisión) fueron cerrados por el gobierno venezolano, según datos del Colegio Nacional de Periodistas.
«No somos terroristas, somos periodistas»
Al menos 12 trabajadores de prensa Siguen tras las rejas en Venezuela de ellos nueve fueron detenidos tras las elecciones del 28 de julio y cinco fueron acusados de delitos de terrorismo e incitación al odio, que pueden acarrear la pena máxima en el país: 30 años de prisión. Todos los casos se consideran arbitrarios y se ha impedido el acceso a la defensa privada.
«Creemos que esta escalada seguirá creciendo. Creemos que esto pretende dar castigos ejemplares, someter a la población a una especie de miedo colectivo, de más censura y autocensura que la que hoy ya existe en los medios de comunicación», lamentó Delvalle Canelón, secretario general del Colegio Nacional de Periodistas. .
En el contexto actual, periodistas y corresponsales internacionales han expresado su temor y ansiedad, no sólo por su integridad física o la de sus familiares, sino también por los obstáculos que deben superar para realizar su trabajo.
«Las restricciones e injerencias en la actividad de los medios de comunicación ya eran el denominador común del régimen de Nicolás Maduro, pero vemos que ahora la situación ha llegado a límites insospechados hasta hace poco y es de gravísima gravedad», concluyó el director de la SIP.
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