Promesa de transparencia y dedicación del nuevo primer ministro francés ante situación política grave.
Bayrou gobernó en minoría y esta falta de apoyo provocó dificultades a la hora de aprobar los presupuestos. En este contexto, recurrió al artículo 49.3 de la Constitución francesa, que prevé la posibilidad de adoptar algunas leyes evitando el voto parlamentario a cambio de la obligación de someterse a una moción de censura, impulsada por la izquierda y apoyada por la extrema derecha, que en este último caso no pudo salvarse.
«Mi manera de actuar será la de no ocultar nada, no descuidar nada y no dejar nada fuera», afirmó Bayrou en la sede de Matignon, tras reconocer la «gravedad» de la situación que acababa de asumir.
«Tenemos el deber, en un momento tan grave para el país, para Europa y ante todos los riesgos del planeta, de afrontar con los ojos abiertos, sin timidez, la situación heredada de décadas enteras», señaló, según él, por la ausencia de búsquedas de «equilibrios sin los cuales nos cuesta vivir».
Bayrou aprovechó la ocasión para transmitir a Barnier un «sensación de gratitud» «por el riesgo» que había corrido en el desempeño de su mandato y después de afrontar «un altruismo demostrado» con «enormes dificultades, y Dios sabe bien que las enfrenta». «Soy consciente del Himalaya de las dificultades que se avecinan», añadió, antes de nombrar la crisis presupuestaria como «el primero» de esos obstáculos.
Bayrou añadió que su mandato tendrá dos objetivos fundamentales a nivel macro: romper el «muro de cristal construido entre los ciudadanos y el poder» y cumplir «el deber de proporcionar oportunidades a quienes no las tienen».
Barnier, minutos antes, entregó el testigo tras evaluar un mandato corto casi condenado al fracaso. «Sabía desde el primer día que el tiempo de mi Gobierno era limitado», explicó el ex primer ministro, expuesto a una «improbable alianza política» que finalmente marcó su caída.
La política «no se puede resolver entre nosotros», afirmó antes de animar a los «jóvenes» a «implicarse».
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