Las mujeres inmigrantes sufren una doble discriminación por género y origen en el acceso a la vivienda y a los bienes básicos, un 52,5% frente al 9,1% de los hombres.
Así se desprende del informe «La inseguridad residencial en el mundo local: La discriminación en Barcelona y su impacto en la salud» presentado este jueves por Enginyeria Sense Fronteras, el Observatorio DESCA, la PAH de Barcelona, la Alianza contra la Pobreza Energética (APE) y la Agencia. de Salud Pública de Barcelona.
El objetivo del informe es demostrar cómo el género y la migración se cruzan con las cuestiones de vivienda y pobreza energética, a partir de los testimonios de PAH Barcelona y usuarios de APE, informa Enginyeria Sense Fronteres en un comunicado.
La mayoría de los encuestados son mujeres (71%), y una alta proporción procede de países de ingresos bajos y medios (43,2%), lo que «destaca la importancia de tener en cuenta el género y los antecedentes a la hora de analizar la vulnerabilidad social». .
Las situaciones más habituales en este colectivo son las familias monoparentales y, en menor medida, las mujeres solteras y las parejas con hijos, que «enfrentan una importante discriminación», con una mayor incidencia de racismo que afecta a su capacidad de acceder a vivienda y bienes básicos (52,5 % frente al 9,1% de los hombres).
«Esta doble vulnerabilidad (género y origen) requiere una atención especial a las políticas públicas», advierten los autores del informe, que también subrayan la necesidad de un enfoque diferenciado en las estrategias laborales y sociales, ya que las mujeres de los países de bajos ingresos son especialmente vulnerables. a la inseguridad laboral, mientras que las mujeres en los países de altos ingresos sufren más las consecuencias de unas pensiones insuficientes.
Las familias de los países de bajos ingresos, especialmente las monoparentales, corren un alto riesgo de endeudarse y sufrir cortes de suministro: «Esta situación es crítica porque afecta directamente al bienestar de los niños».
Entre las propuestas de intervención se encuentran el aumento del fondo social de vivienda y la priorización del acceso de colectivos vulnerables, la flexibilización de los criterios administrativos de acceso, el impulso de contadores sociales y la ampliación del bono social para garantizar el acceso a la energía; Políticas de apoyo y protección psicológica a madres solteras y mujeres afectadas por la discriminación.
El informe concluye que es fundamental adoptar un enfoque integral en las políticas públicas para garantizar el derecho a la vivienda y abordar las desigualdades estructurales, lo que implica «no sólo atender las necesidades inmediatas de las personas afectadas, sino también trabajar por cambios sistémicos que reduzcan la discriminación y promuevan inclusión social”.
El enfoque, dicen, debe ser multidimensional, teniendo en cuenta las intersecciones de género, origen y otros factores que contribuyen a la vulnerabilidad.