Errejón no tenía intención de dimitir por los testimonios.
El libro es una recopilación de 1.500 testimonios sobre violencia sexual contra las mujeres: «Yo lo que hago es publicar testimonios, no denuncias»
La periodista y escritora Cristina Fallarás, autora del libro «No publiques mi nombre» (Siglo Veintiuno), admitió que el libro «no tiene espíritu punitivo ni litigioso», por lo que no esperaba que condujera a la dimisión. por gente como el exdiputado Íñigo Errejón. «La memoria colectiva no busca identificar a una persona u otra, aunque puede suceder, está claro que sucedió. Nunca esperaría que, de repente, dimitiera un Íñigo Errejón. Genial, los mecanismos funcionaron, pero no había ninguna intención en esa cuenta. La intención del relato era crear una memoria colectiva», explicó Fallarás durante la presentación de su libro el miércoles en Madrid.
En este sentido, explicó que esta obra es una recopilación de testimonios sobre violencia sexual contra las mujeres, no un libro de denuncias, distinción que considera «clave». «Es violencia machista contada una a una, lo que nosotros consideramos violencia machista. Castigada o no. Hay muchos tipos de violencia sexual. Y yo lo que hago es publicar testimonios, no denuncias. Me da igual lo que venga después». «De esa manera, si una mujer quiere denunciar y darme su nombre o el nombre del agresor, si quiere, le facilito un despacho de abogados para que la atienda», añadió la periodista.
Así, «No publiques mi nombre», que recoge alrededor de 1.500 testimonios, evidencia -según las cifras aproximadas dadas por Fallarás- que el 70% de estas situaciones de violencia sexual tuvieron lugar en la infancia, dato que no se corresponde con los proporcionados por el Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer. Además, los espacios donde más aparecen son en el familiar, seguido del médico. El entorno cultural, añadió Fallarás, no es donde suceden la mayoría de las cosas.
«Cuando estuve recogiendo testimonios en los que las mujeres daban su identidad, las cifras de episodios de violencia sexual en la infancia coincidían con los datos facilitados por las instituciones españolas. Pero en cuanto desaparece la identidad de la víctima, esa cifra ha pasado del 25% a más del 70% de mujeres que denuncian episodios de violencia sexual que sitúan en la infancia. Casi todas las cantantes y mujeres de la música que conozco, casi todas, me enviaron un testimonio que no conozco a nadie que haya acudido a los tribunales», explicó, para luego reiterar, que sigue trabajando en el análisis. de testimonios para poder aportar más datos.
Fallarás, que aseguró que el Ministerio de Igualdad nunca se puso en contacto con ella, comenzó en 2023 -aunque ya lo había hecho anteriormente en 2018- a recopilar en su cuenta de Instagram los mensajes recibidos de mujeres que narraban violencia sexual. Así, ha explicado, una vez recibe el mensaje captura y recorta la identidad de la víctima para poder darla sin que la mujer sea rastreable, algo «fundamental» a su juicio para eliminar la «trazabilidad».
La periodista de derechos humanos y editora de libros Andrea Aldana aseguró que editar este número fue un «infierno», luego se refiere a algunos de los testimonios «más duros» que tuvo que leer, muchos de ellos. asociados al entorno sanitario. “Editar este libro fue un infierno (…) Pero hay algunos testimonios que me han impactado mucho, y son los relacionados con los médicos. No me hubiera imaginado que habría tanta violencia sexual en una cita médica. Por ejemplo, hay muchos testimonios en el libro de mujeres que dicen que sus madres fueron a que les revisaran la garganta y el médico les hizo un examen vaginal. Mujeres que dicen que sus madres, de 70 u 80 años, llegaron a casa llorando les dicen esto. Hay chicas que dicen que fueron al médico por dolor en el pecho y lo mismo, exámenes vaginales”, dijo Aldana.
Por su parte, Fallarás recordó el testimonio de una niña de una zona rural. «Algunos de ellos se quedan grabados en mi memoria. Hay una chica de una zona rural que dijo que chicos de su generación la llevaron, le pusieron un casco de moto, la metieron en un garaje y la violaron con el casco puesto porque estaba «, le dijeron, tan fea que no «No quería ver su cara ni siquiera cuando la violaron. Dijo horror que era para ella», añadió.
Por ello, la periodista pidió respeto para las mujeres que dieron su testimonio a través de las redes sociales, pues “ninguna se levanta con ganas de contar cómo las violó su padrastro”. «Tenemos que respetar a una mujer que hace un gesto tan doloroso y brutal como regresar de una agresión sexual y contar su historia, haciéndola pública. Para los que dicen que si no creemos en los testimonios de mujeres anónimas: los testimonios de mujeres no se levantan por la mañana queriendo, en lugar de mojar un panecillo en café con leche, contarle a Cristina cómo me violó mi padrastro. mujeres, por su dolor a todas las denunciantes y todos los testimonios que nos han brindado estas historias”, concluyó.
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