El magma reactivado en La Palma hace más de diez años.

El magma que desencadenó la erupción volcánica en la zona antigua de la cumbre de La Palma se reactivó entre diez y quince años antes y se movió lentamente hacia la superficie, sin generar actividad sísmica, según un estudio realizado por el Instituto de Terre d’Orléans en colaboración con investigadores de la Universidad de Volcan Geothermal.
La investigación, recopilada por Europa Press, destaca que el depósito cortical de La Palma se encontraba a diez kilómetros de profundidad y a una temperatura de 1065 °C, aunque con diversos niveles de temperatura, ya que existía un magma frío (850-950 °C), probablemente un remanente de episodios eruptivos anteriores en la isla, que los magmas más calientes fueron calentando.
Por lo tanto, las escalas temporales derivadas de los perfiles de difusión del Olivino indican que la reactivación comenzó entre 10 y 15 años antes de la erupción y estuvo marcada por al menos cuatro inyecciones diferentes desde un depósito profundo.
La zonificación del Olivino también sugiere que la última recarga antes del inicio de la erupción ocurrió a mediados de octubre de 2018, seguida de una fase de enfriamiento después de la inyección que continuó hasta la fecha de la erupción, durante la cual la parte superior del cuerpo rejuvenecido reinició el campo de estabilidad Amperi.
Según los investigadores, este período de enfriamiento previo a la erupción podría, en parte, explicar la ausencia de señales sísmicas precursoras a unos 10 kilómetros de la zona, como revela la revisión del catálogo sísmico precursor.
De esta manera, el vaciado del depósito cortical desencadenó la explotación de los depósitos más profundos del manto, que proporcionaron magmas calientes (al menos 1135 °C) que posteriormente se emitieron en la secuencia eruptiva.
La diferencia de temperatura y, por lo tanto, de viscosidad, posiblemente explique la mayor capacidad de flujo observada después del cese en la erupción del 27 de septiembre.
Por lo tanto, la ausencia de sismicidad precursora aboga por el desarrollo de estrategias de monitoreo futuras para detectar el movimiento de asistencia magmática entre los dos depósitos bien identificados y el desarrollo de modelos físicos para comprender la conexión con la corteza del lugar hidráulico y las señales geofísicas producidas por esta transferencia de magma.
De hecho, según los investigadores, los instrumentos geobarométricos disponibles «no son lo suficientemente precisos» para descubrir los sistemas de tuberías de los volcanes de basalto alcalino.
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