Conceyu Bable canaliza demanda hacia Asturias en Transición – Marcos Rodríguez
El historiador Marcos Rodríguez afirmó que el surgimiento de la asociación Conceyu Bable no se puede entender sin tener en cuenta que en la Asturias de Transición había «un público latente» que reclamaba nuevas propuestas para la cultura y la lengua asturianas. Rodríguez así lo indicó este miércoles en las Jornadas de Estudio de la Academia Asturiana de la Lengua, donde presentó la comunicación «La aparición de Conceyu Bable en su tiempo y espacio». En él repasó el contexto social que permitió surgir en los años setenta del siglo pasado la asociación que es germen del discurso asturiano moderno.
La aparición de la revista ‘Asturias Semanal’ sensibilizó a la población, a través de reportajes sobre la situación de la economía regional, sobre la importancia del autogobierno. Esto generó también una mayor atención a los aspectos culturales «que allanarían el camino para el desarrollo del movimiento de defensa de la lengua asturiana». En este sentido, la publicación en la revista de una sección dedicada a la lengua asturiana titulada «Conceyu Bable» -que por su éxito fue origen de la posterior asociación con el mismo nombre- supuso «una magnífica oportunidad para visibilizar» el asturiano. discurso entre la población a favor de la democracia.
«Conceyu Bable encontró un fuerte canal de transmisión de sus ideas, lo que permitió extenderlas a amplios ámbitos demográficos», según Rodríguez, quien explicó que esto permitió a las personas interesadas en la cultura asturiana y la lengua asturiana «tener un referente claro». en el momento de acudir al contacto». Todo ello a través de «unas ideas sobre la lengua de Asturias con la que se identificaron y que desearon sentir durante mucho tiempo». «Fue una plataforma perfecta para empezar a tejer una red», dijo Rodríguez. Sin embargo, ha explicado que para que el discurso lanzado por Xosé Lluis García Arías, Xuan Xosé Sánchez Vicente y Lluis Xabel Álvarez se convierta en un «movimiento cívico» es imprescindible que exista una «audiencia latente» que se canalice a través de las páginas de la revista.
«Un público que, más o menos conscientemente, esperaba la aparición de una iniciativa de estas características» que «planteara en torno al asturiano lo que ya sentía provisional». «Un público que, apenas leyó el titular ‘Hablemos de tonterías’, pensó que eso era lo que estaba esperando que alguien dijera», dijo Marcos Rodríguez.
El historiador señala que si bien en su momento el comunismo asturiano mostró «un tradicional desinterés por las cuestiones regionales» y reconoció sólo como hecho diferencial el carácter industrial del territorio, el PCE sí apoyó la primera manifestación autonomista de la Transición, donde apoyó Autogobierno y la introducción del asturiano en el sistema educativo. Así, como explicó Rodríguez, la izquierda estaba evolucionando en ese momento del regionalismo económico al regionalismo cultural, mostrando «muy tempranamente una sensibilidad hacia los elementos identitarios del pueblo asturiano». Una evolución para la que fue fundamental el trabajo de las asociaciones vecinales y culturales, «que nos abrieron los ojos paso a paso a las cuestiones regionales de carácter cultural».
Para Rodríguez, esto permitió al movimiento asociativo contribuir a «resignificar o dar una nueva proyección a diversos aspectos de la cultura tradicional asturiana», al tiempo que generaba «nuevas inquietudes» entre los jóvenes interesados en «constituir una nueva alternativa y país». «Habrá personas con aspiraciones asturianas que formaron parte de organizaciones políticas, sindicales o cívicas que alimentarán a Conceyu Bable, del mismo modo que estos individuos influirían en sus organizaciones de origen, haciendo que ésta penetre en ellas o las fortalezca. las preocupaciones relacionadas con el problema asturiano», afirmó Rodríguez.
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