Un circuito cerebral único relacionado con la incapacidad de dejar de comer ha sido descubierto.

Un circuito cerebral único relacionado con la incapacidad de dejar de comer ha sido descubierto.

Según un nuevo estudio, una región del cerebro está vinculada con el olfato y la recompensa, mientras que otra lo está con sentimientos negativos como el dolor. Cuando la conexión entre estas regiones es débil, las personas tienden a tener un índice de masa corporal más alto. Un estudio realizado por Northwestern Medicine descubrió una conexión estructural entre dos regiones del cerebro que parecen estar relacionadas con la regulación de la conducta alimentaria, específicamente en relación con el sentido del olfato y la motivación conductual.

Los investigadores encontraron una conexión entre el tubérculo olfatorio, una región cortical olfatoria asociada con el sistema de recompensa del cerebro, y una región del mesencéfalo llamada gris periacueductal (PAG), que está involucrada en el comportamiento motivado en respuesta a sentimientos negativos como el dolor y la amenaza. Esta conexión parece tener un papel importante en la regulación de la alimentación.

Estudios anteriores realizados en Northwestern demostraron que el olor de la comida es más apetitoso cuando se tiene hambre, pero menos atractivo cuando se está lleno. Los olores juegan un papel crucial en la guía de comportamientos motivados, como la ingesta de alimentos, y la percepción olfativa está influenciada por el hambre. La conexión entre estas regiones del cerebro puede afectar la cantidad de comida que una persona consume y, por lo tanto, su índice de masa corporal.

Aunque este estudio no lo demuestra directamente, los investigadores sugieren que las redes cerebrales saludables que conectan áreas de recompensa con áreas de comportamiento podrían regular la conducta alimentaria enviando señales que indican que comer cuando se está lleno no es agradable. Las personas con circuitos débiles o interrumpidos entre estas áreas pueden no recibir estas señales y seguir comiendo incluso cuando no tienen hambre.

El estudio utilizó datos de resonancia magnética cerebral del Proyecto Human Connectome, un proyecto de los NIH diseñado para mapear la red del cerebro humano. Los resultados encontraron correlaciones entre el índice de masa corporal y la conexión entre el tubérculo olfatorio y la región del mesencéfalo, la materia gris periacueductal. Se necesitarán estudios futuros para comprender mejor los mecanismos cerebrales que regulan la conducta alimentaria y, posiblemente, desarrollar tratamientos para el comer en exceso.

FUENTE

nuevaprensa.info

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *