Trump favorece combustibles fósiles sobre energía eólica en nuevo gobierno.

Donald Trump comenzó su segundo mandato como presidente de Estados Unidos con medidas fuertes relacionadas con la política energética para fomentar el retorno a los combustibles fósiles y frenar el desarrollo de la energía eólica en el país. A través de una serie de órdenes ejecutivas, el presidente ha declarado una «emergencia energética nacional» que, según afirma, permitirá a Estados Unidos recuperar la independencia energética y reducir los costos energéticos para los ciudadanos. Sin embargo, estas decisiones han generado críticas y preocupación generalizadas entre los sectores medioambientales y la industria de las energías renovables.
Revisión de proyectos eólicos: ¿un cambio de rumbo?
En una de las primeras acciones de su administración, Trump suspendió temporalmente el arrendamiento de energía eólica en aguas federales, así como el otorgamiento de permisos para nuevos proyectos terrestres y marinos. La Casa Blanca justificó esta medida citando la necesidad de evaluar el impacto económico, la seguridad nacional y los posibles efectos medioambientales de la energía eólica.. Según el comunicado oficial, esta revisión incluirá un análisis de los costos asociados a la energía eólica intermitente y su impacto en la vida marina, particularmente en aves y mamíferos.
Sin embargo, La suspensión no afecta los derechos existentes en virtud de contratos ya firmados aunque las agencias federales han recibido instrucciones de realizar una revisión detallada de estos acuerdos para considerar posibles cambios o incluso su eliminación. Empresas como Avangrid y Ørsted, que gestionan proyectos eólicos frente a las costas estadounidenses, han asegurado que continuarán con el desarrollo, aunque admiten que la incertidumbre podría provocar retrasos.
El regreso a los combustibles fósiles
En contraste con frenar las energías renovables, Trump ha reafirmado su intención de priorizar los combustibles fósiles en la política energética de su administración. En su discurso inaugural, el presidente afirmó: «Taladremos, taladremos, taladremos.. «El oro líquido bajo nuestros pies nos ayudará a convertirnos nuevamente en una nación rica». También anunció la reactivación de las exportaciones de gas natural licuado (GNL), medida que marca un claro retorno a las políticas de explotación y exportación que caracterizaron su primer mandato.
Además, Trump formalizó la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París argumentando que este pacto climático internacional no beneficia los intereses del país y representa un desvío de fondos hacia naciones que no los necesitan. Esta decisión ha sido duramente criticada por organizaciones ecologistas, que alertan de los riesgos de abandonar los compromisos para luchar contra el cambio climático.
Impacto en los mercados y la industria
El anuncio de estas medidas tuvo un fuerte impacto en los mercados financieros, especialmente en las empresas de energías renovables. La danesa Ørsted, líder mundial en energía eólica marina, ha visto caer su precio un 10,7% afectada por la incertidumbre generada en torno a sus proyectos en Estados Unidos. Otras empresas como Vestas y Nordex también experimentaron caídas significativas en el valor de sus inventarios.
Por el contrario, algunas empresas de combustibles fósiles acogieron estas decisiones con optimismo. La industria del petróleo y el gas, que apoyó ampliamente a Trump con millones de dólares en donaciones durante su campaña, se encuentra entre los principales beneficiarios de este cambio en la política energética estadounidense.
Enfrentamiento con el sector ambiental
Las medidas de Trump han reavivado el debate entre partidarios y críticos de las energías renovables. Grupos ecologistas como Greenpeace denunciaron estas acciones como un grave revés en los esfuerzos para combatir el cambio climático. Según los expertos, Suspender proyectos eólicos y aumentar la producción de combustibles fósiles podría intensificar los fenómenos climáticos extremos y obstaculizar los avances logrados durante la administración de Joe Biden.
Por otro lado, la industria eólica destacó las ventajas económicas de las energías renovables, que ya generan el 10% de la electricidad en Estados Unidos. Según estimaciones, Los proyectos eólicos en desarrollo podrían abastecer a 30 millones de hogares. además de generar empleos y reducir la dependencia de energía importada.
Pero la administración Trump cree que la energía eólica no es rentable sin subsidios públicos. y calificó las turbinas eólicas de «horribles» y perjudiciales para el medio ambiente natural. Esta posición contrasta con las políticas de la administración anterior, que promovió la expansión de las energías limpias como una solución viable y sostenible.
Perspectivas para el futuro
En este nuevo escenario, la incertidumbre sobre el futuro de las energías renovables en Estados Unidos sigue siendo alta. Mientras sectores tradicionalmente asociados a los combustibles fósiles celebran el cambio de rumbo, Empresas de renovables y defensores del medio ambiente buscan alternativas para mitigar el impacto de estas políticas.
A medida que avanzan los primeros días de este segundo mandato, las acciones de la administración Trump plantean interrogantes sobre el equilibrio entre el desarrollo económico, la sostenibilidad ambiental y el compromiso de Estados Unidos para luchar contra el cambio climático. El impacto de estas decisiones se sentirá tanto a nivel nacional como internacional, influyendo no sólo en la política energética sino también en la posición de Estados Unidos en el escenario global.