Por naturaleza, tendemos hacia el bien, nuestro potencial siempre es dirigirse hacia el bien. No deseamos nada más, pero en el camino de esa búsqueda del bien, podemos encontrarnos con el mal, hacer cosas que no están bien o tener experiencias que nos hagan enojar, por ejemplo.
Así lo defiende en una entrevista para Infosalus Xavier Guix, psicólogo general sanitario y licenciado en psicopatología clínica, con actividad terapéutica en el Instituto Kairós, autor del libro «El problema de ser demasiado bueno» (Arpa), quien destaca que hacer el bien a veces puede convertirse en algo patológico: «Cuando la función de hacer el bien parte de una intención que es de tocar el amor, la exigencia y aceptación de los demás, y para lograr esa aceptación caemos en conductas de sumisión, complacencia o sumisión, por ejemplo”.
Cuando caemos en «esas trampas» dice que nos perdemos y nos entregamos al otro para adaptarnos a él y llegar a ser amados y aceptados, olvidándonos de nosotros mismos.
«Lo que todo el mundo quiere es ser amado, sin importar de dónde venga. Y aquí viene el gran error de quien es excesivamente bueno porque se pierde en el conocimiento de los demás y construye su vida en base a los deseos y necesidades de los demás y no a los suyos propios; es una desconexión de ellos mismos para utilizar a los demás. Este deseo de dar a los demás es una misericordia mal entendida, es un exceso y un exceso.» añade.
Este experto señala que al final, cuando es bueno, lo tratan como a un tonto, como a un ingenuo, lo manipulan, no lo tienen en cuenta, lo acaban usando, porque como se adapta a todo y todo va bien no se fían de él. “Pero ser bueno tiene un precio alto; renunciar a ti mismo, y eso significa no saber quién eres y perderte y convertirte en una persona que agrada a los demás, quedar bien ante los demás y hacer lo que los demás esperan, y todo esto es abnegación», subraya Guix.
Pone en peligro la salud mental de una persona, mientras que, según él, psicológicamente las personas demasiado buenas sufren lo que se llama «disociación»: «El que es bueno disocia entre el exterior y el interior. Casi nunca muestra lo que hay dentro, lo vive para sí mismo y no lo exterioriza. Siempre expresa que no tiene problemas, que todo va bien; entonces esa persona tiene una doble vida, externa e interna, y esto tiene efectos en la salud mental y tiene dos componentes importantes.»
Primero, advierte aquí que si se disocia demasiado, la persona acaba teniendo una doble vida, y tiene esa parte interior que tiene que vivir escondida, dando por ejemplo a personas que tienen muchos amantes, relaciones dobles, o que son, por ejemplo, se han suscrito a páginas de juegos o porno sin que nadie lo sepa; categórico, dice que hay personas que hacen cosas que nadie sabe que hacen porque tienen que vivir escondidos y les deja un espacio, pero lo esconden.
Luego señala lo que llama en el libro «ira reprimida», la que sucede en aquellos que aguantan y aguantan hasta que finalmente «luchan, se sienten mal, se sienten culpables y vuelven al redil.»Por ello, Xavier Guix señala que hoy sabemos que gran parte de las enfermedades psicosomáticas tienen que ver con la represión del dolor emocional, la tristeza y especialmente la ira. «Las contracciones, los dolores de espalda y una larga lista de dolencias menores tienen mucho que ver con la ira reprimida, y con lo que no sacamos y eso se queda dentro, como una energía densa que acaba afectando al propio cuerpo», subraya.
Por ello, aconseja en este tipo de situaciones discernir lo que se debe hacer, que no debe implicar desobediencia. El deber, continúa, debe existir, pero debe ser discernido y elegido por la persona, no algo impuesto y a lo que obedecemos por obediencia. «Hay que tener sentido del deber, pero el primero es el deber hacia uno mismo y hacia lo que nos trae la vida.», declara.
Es más, aquí le preguntamos por qué hay personas que no soportan hacer el mal, y siempre quieren hacer el bien, a lo que este psicólogo general sanitario responde que todo es siempre una decisión personal y siempre y cuando se viva como una actitud ante la vida. es muy bueno. .
«Este discurso lo escuchamos mucho, hay mucha gente que no quiere hacer el mal, es una actitud vital.», y sobre el cual advierte sobre una dificultad a la hora de poner límites. «Como adulto, son la definición de cada uno, por eso el buen hombre tiene problemas porque no se define, y al no hacer algo así. . no delimita el dominio al que puede acceder esa persona», afirma este experto.
De este modo, Sostiene que todo el mundo hace siempre el bien, pero defiende la importancia de hacer el bien a uno mismo primero., en el sentido de que debo ser parte de ese bien. «Hacer el bien empieza por hacer el bien a uno mismo, y al hacerlo deseamos a los demás y al mundo», apunta.
Por último, recuerda que hay un “tipo bueno” que hace el bien, y sobre todo, hay un camino de regreso a casa, que es encontrarse a uno mismo, a la propia brújula interior, hacia donde se dirigen nuestros deseos, lo que queremos que hagamos en esta vida y dedicarnos a ello. «Puede que nos venga bien quitarle peso a lo que hay fuera, porque tampoco somos tan importantes para los demás», concluye Xavier Guix.