¿Por qué es tan complicado detectar un infarto en un paciente con diabetes?
El riesgo de cardiopatía isquémica e infarto de miocardio aumenta considerablemente en personas con diabetes. La mayoría de los estudios encuentran un riesgo de 2 a 4 veces mayor de sufrir un ataque cardíaco en personas con diabetes en comparación con la población general sin diabetes. Eso es lo que dice la Dra. Elsa Fernández Rubio, miembro de la Sociedad Española de Diabetes (SED) y especialista del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Cruces, en Barakaldo (Vizcaya).
La diabetes se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, ya que en el caso de las personas con diabetes tipo 2, es común encontrar otros factores de riesgo cardiovascular asociados, como la hipertensión arterial (HTA) y la dislipidemia (colesterol alto). Junto con la hiperglucemia, aumentan el riesgo de padecer este tipo de enfermedades. Además, ciertos hábitos de vida como fumar también aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, añade el especialista.
Un mal control de la diabetes o un control deficiente de otros factores de riesgo cardiovascular, como presión arterial alta y niveles altos de colesterol, aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, la presencia de complicaciones, como la nefropatía diabética, aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular. Asimismo, los hábitos de vida poco saludables aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares en la población general.
Los síntomas que presentan las personas con diabetes cuando sufren un infarto de miocardio pueden ser diferentes a los de la población general. A veces hay síntomas que no son habituales en el infarto de miocardio, y en otras ocasiones puede ocurrir un “infarto de miocardio silencioso”. Esto se debe a la presencia de neuropatía diabética, que cambia la percepción del dolor en personas con diabetes.
Es posible que algunas personas con diabetes no presenten ningún síntoma, mientras que otros pueden experimentar dolor en el pecho, sensación de ardor, fatiga, dolor en la mandíbula, cuello o dificultad para respirar. Aunque en las últimas décadas ha habido un descenso de las enfermedades cardiovasculares, las personas con diabetes siguen teniendo un mayor riesgo. Este riesgo es aún mayor en mujeres y personas más jóvenes, por lo que es fundamental un control óptimo de la diabetes desde el principio.
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