Origen y uso de los combustibles fósiles
Los combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas natural, desempeñan un papel crucial en nuestra vida diaria. Son la principal fuente de energía utilizada en la actualidad, a pesar de que su combustión es altamente contaminante y emite gases que contribuyen al calentamiento global.
Estos combustibles fósiles impulsan nuestro transporte, mantienen nuestros hogares con calefacción, son la principal fuente de generación eléctrica y se utilizan como materia prima para fabricar una gran cantidad de productos, como plásticos, alquitrán, pinturas y cosméticos.
Los combustibles fósiles son responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, incluido el CO₂, que contribuyen al calentamiento global. La quema de estos combustibles pone en peligro el equilibrio ambiental de nuestro planeta.
Estos combustibles fósiles son ricos en carbono e hidrógeno, ya que se formaron a partir de materia orgánica enterrada durante millones de años. Su uso no solo agrava el cambio climático, sino que también provoca contaminación.
Además, los combustibles fósiles no son renovables, ya que su formación a escala geológica requiere miles de años. Se estima que en unas décadas el petróleo se agotará, seguido por el carbón en menos de dos siglos.
La «energía fósil» se produce mediante la quema de carbón, petróleo o gas natural. A nivel mundial, el carbón sigue siendo la principal fuente de electricidad, aunque se está empezando a cambiar hacia energías renovables como la eólica y solar.
El petróleo crudo debe ser refinado para convertirse en combustibles y otros productos químicos y plásticos. El gas natural, por otro lado, se licua para facilitar su transporte y se utiliza directamente como combustible fósil.