La Fiscalía confirma petición de 54 años para agresor en La Mota del Río

La Fiscalía ratifica la petición de 54 años y seis meses de prisión para el acusado de agredir sexualmente a cinco mujeres durante cuatro agresiones que tuvieron lugar entre agosto y septiembre de 2022 a orillas del río Segura, tal y como todas las víctimas identificaron al acusado durante la rueda de identificación y todos relataron lo sucedido en el juicio, sin entrar en contradicciones y sin omitir ningún detalle.
En la segunda sesión del juicio, que tuvo lugar este martes en la Sección II de la Audiencia Provincial de Murcia, el fiscal afirmó que sólo uno de los hechos atribuidos al acusado «es ya demostración suficiente de la malicia de sus actuaciones». «Pero la cuestión es que, como añadió, el acusado ‘no sólo no cesó, sino que continuó el mal durante más de un mes’.
El representante del Ministerio Público lamentó que se le acuse de proponer un “castigo atroz” para los imputados, pero aclaró que se limitó a la aplicación de preceptos legales. «Si hay personas inocentes, que las hay, son las cinco víctimas», tal y como apuntó el fiscal, que lamentó que ninguna de estas mujeres «podrá volver a caminar en paz».
Así, recordó el testimonio de una de las víctimas quien, durante la agresión, suplicó al autor de los hechos que la dejara en paz, quien tenía un hijo. «Pensé que la iba a matar», recordó el representante del Ministerio Público, quien instó a la gente a ponerse en el lugar de las mujeres agredidas.
«Quien revive hechos así está diciendo la verdad», señaló el fiscal, que retó al tribunal a encontrar una «mínima divergencia» en el testimonio de las víctimas, que describe un «patrón común ‘a través de los hechos’. reportados son diferentes. «Quiero decir que vinieron a decir la verdad», insistió.
«Quien dice la verdad no debe recordar nada», según el representante del Ministerio Público, quien afirmó que el testimonio de los cinco denunciantes está «consolidado» en este sentido y no se contradice.
Por ejemplo, recordó que la primera víctima admitió que el perpetrador no se bajó de la motocicleta, sino que le apuntó con un arma, le exigió dinero y la agredió sexualmente; mientras que respecto a la segunda mujer agredida -a quien se le atribuye el delito más grave de violación- «no hay dudas sobre su testimonio».
Así, indicó que esta segunda víctima recordó los hechos «mientras lloraba» ante el juzgado, como si los «reviviera». «Ella pensó que él la iba a matar mientras le ponía el cuchillo en la garganta», pero la «única misericordia» del acusado fue agredirla sexualmente, afirmó.
En cuanto a la tercera y cuarta víctimas, el fiscal afirmó que no arrojaban «ninguna duda» en la identificación fotográfica de los imputados.
Una de ellas no sólo identificó al acusado como autor de los hechos durante la rueda de identificación, sino que, al encontrarse con él en el juicio, «quedó conmocionada y no tuvo dudas de que él era el agresor», afirmó.
En cuanto a las dos últimas víctimas -que se encontraban juntas en el momento de la agresión-, una de ellas no podía ver bien al acusado porque en el momento de los hechos tenía la cabeza gacha y, además, había sacado el cuchillo y se lo había metido. a su garganta. «Lo que quería era huir», dijo la mujer al tribunal.
La otra víctima, en cambio, estaba detrás de la primera mujer y pudo ver directamente al acusado e identificarlo sin lugar a dudas. «Lo tenía frente a mí y podía verle los ojos perfectamente», dijo. Así, el fiscal consideró que la historia de ambos está «corroborada».
El representante del Ministerio Público advirtió que los hechos ocurrieron en lugares apartados. «Ojalá hubiera 20 testigos, pero ante esta oscuridad, el testimonio de las víctimas es contundente», se defendió la fiscal, quien insistió en que las cinco mujeres ofrecieron un relato con la intención de «evitar que gente así vuelva a la calle». dentro de muchos años.»
Finalmente, el fiscal señaló que existe «abundante» jurisprudencia que respalda la legalidad y validez de los reconocimientos fotográficos.
«También se está discutiendo el importe de la indemnización», admitió el fiscal, que precisó que le gustaría que los acusados »pagaran por cada lágrima de las víctimas, pero eso no es cuantificable». «Lo bueno es que no vamos a contar las lágrimas», dijo.
La acusación particular, presentada en nombre de una de las víctimas, se adhirió plenamente al relato del fiscal. Pero el abogado elevó la pena de los siete años y medio solicitados por el fiscal a nueve años de prisión para su cliente por las «circunstancias de los hechos» y el error cometido.
El imputado, por su parte, decidió responder únicamente a las preguntas de su defensa y no a las de los demás comparecientes en el juicio. Así, ante las preguntas de su abogado, negó ser el autor de los hechos y declaró que no cometió las agresiones sexuales. «Veo que me acusan de robo, pero no soy un violador», indicó en su declaración final, en la que utilizó la palabra.
Ante las preguntas de su abogado, el imputado también lamentó que fue detenido en la colonia Puebla de Soto cuando viajaba en auto con tres amigos y fueron cacheados. «No tenía nada encima, sólo mi móvil», afirmó el acusado, quien afirmó que «en ningún momento» le sacaron un cuchillo del calcetín.
Al respecto, aseguró que no pudo declarar tras la detención porque pasó 72 horas en la celda y, además, criticó que le «golpearon». También afirmó que estaba dispuesto a hacerse la prueba de ADN.
Por otro lado, afirmó que siempre llevaba consigo el teléfono móvil y admitió que había robado una moto en Murcia, pero aseguró que no la utilizó para agredir a los demandantes.
En este sentido, el fiscal arremetió contra el hecho de que el imputado solo respondiera las preguntas de su abogado. «El investigador no sabe que la verdad se corrompe no sólo por la mentira, sino también por el silencio», afirmó.
Por su parte, el abogado defensor advirtió que «no podemos quedarnos solos con el testimonio» cuando pide una pena de 50 años de prisión. «Este hombre será una rata sucia, pero tenemos que ser exigentes porque necesita más de 50 años», añadió.
Así, pidió la absolución de su cliente porque, si bien admitió que la identificación constituye una prueba, adolece de un «sesgo de confirmación». “¿Quién dice que los denunciantes no hablaron por separado ya que era un tema mediático?”.
También criticó la falta de pruebas de ADN en el cuchillo que incrimina a su cliente y que el acusado ni siquiera pudo ser geolocalizado en la escena del crimen mediante la señal de su teléfono móvil. Asimismo, se ha preguntado «cómo es posible que en verano no haya testigos ni cámaras de videovigilancia en una zona como la ribera del río». «Nadie vio nada», dijo.
«¿El testimonio es suficiente para condenar a alguien por violación? Déjame dudarlo», afirmó el abogado, quien añadió que no había «pruebas objetivas».
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