La Dieta Mediterránea y la Pirámide de la Salud
La Dieta Mediterránea se basa en la tradicional alimentación de los países que rodean el mar Mediterráneo.
La Pirámide de la Salud establece las pautas de consumo de alimentos para una dieta equilibrada y saludable.
La dieta mediterránea es un modelo nutricional inspirado en los estilos de alimentación tradicionales de los países mediterráneos. Su pirámide alimenticia se basa en verduras, frutas, cereales integrales y aceite de oliva virgen extra. Esta dieta ha demostrado beneficios para la salud cardiovascular y la prevención de enfermedades crónicas.
Las bases de la pirámide alimenticia de la dieta mediterránea están formadas por verduras, frutas y cereales integrales. Estos alimentos son esenciales para asegurar una dieta equilibrada y saludable. Las verduras aportan importantes vitaminas, minerales y fibra esencial para el bienestar de nuestro organismo. Las frutas, por otro lado, son ricas en antioxidantes y nutrientes que ayudan a fortalecer el sistema inmunológico y prevenir enfermedades. Los cereales integrales como el trigo, la avena y el arroz integral son una valiosa fuente de carbohidratos complejos, fibra y nutrientes. Estos alimentos son la base de una dieta mediterránea sana y equilibrada, aportando energía duradera y favoreciendo la salud general.
El aceite de oliva virgen extra está considerado el corazón de la cocina mediterránea y un elemento fundamental en la dieta mediterránea. Utilizado como especia principal, se prefiere crudo para conservar sus propiedades beneficiosas. Rico en ácidos grasos monoinsaturados, vitaminas E y K y antioxidantes, el aceite de oliva virgen extra ayuda a proteger la salud cardiovascular y reducir la inflamación en el cuerpo. Además, aporta sabor y aroma a los platos, enriqueciéndolos con sus notas afrutadas y ligeramente amargas. En la cocina mediterránea, el aceite de oliva virgen extra se combina a menudo con ajo, cebolla, especias y hierbas, creando una combinación sabrosa y saludable para un bienestar duradero.
La carne roja debe consumirse con moderación en la dieta mediterránea. Este tipo de dieta promueve el consumo semanal de alimentos como pescado, legumbres, aves, huevos y quesos. Las carnes rojas, como la ternera, el cerdo y el cordero, tienen un alto contenido de grasas saturadas y colesterol, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares si se consumen en exceso. Por ello, es aconsejable limitar su ingesta y preferir las carnes blancas y el pescado. Asimismo, se deben limitar al máximo los dulces en la dieta mediterránea. Suelen tener un alto contenido de azúcares refinados y grasas saturadas, lo que puede contribuir al aumento de peso y perjudicar la salud. Es preferible optar por fruta fresca o postres a base de frutas para saciar el gusto por lo dulce de una forma más saludable.
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