Francia prueba el cordón sanitario de extrema derecha en elecciones parlamentarias

Francia prueba el cordón sanitario de extrema derecha en elecciones parlamentarias

Los ciudadanos franceses están convocados de nuevo este domingo a las urnas para la segunda vuelta de unas elecciones legislativas que no solo marcarán el futuro inmediato del país, sino que también pondrán a prueba el marco político que ha regido Francia durante las últimas décadas en ese momento. Había un claro cordón sanitario contra la extrema derecha.

El presidente, Emmanuel Macron, anunció la convocatoria electoral cuando acababan de cerrar los colegios electorales tras las elecciones europeas. En esta votación, el Grupo Nacional arrasó con el 30 por ciento de los votos, lo que para Macron justificaba nuevamente presionar a la opinión pública con una renovación de la Asamblea que, en teoría, no se produciría hasta 2027.

La simple llamada desencadenó un terremoto y las opciones de la extrema derecha de llegar al poder por primera vez movilizaron a los franceses, en ambos lados del espectro político. La participación en la primera vuelta del pasado domingo superó el 66,7 por ciento, casi 20 puntos más que en 2022.

El Grupo Nacional, que se presentó en alianza con Los Republicanos, tradicional bastión del centroderecha, logró ganar por primera vez las elecciones legislativas. Obtuvo uno de cada tres votos válidos, frente al 28% del Nuevo Frente Popular (NFP) de las formaciones de izquierda, entre ellas el Partido Socialista (PS) y La Francia Insumisa (LFI).

En conjunto, la coalición que representa a los aliados de Macron quedó relegada al tercer lugar con un 21 por ciento, confirmando lo que ya habían pronosticado las encuestas: que la orden lanzada por el presidente le llevaría previsiblemente a «cohabitar» con un Gobierno de naturaleza política diferente – la última vez Este fenómeno se produjo entre 1997 y 2002-.

Sin embargo, ninguno de los bandos quiere dar por ganada o perdida la batalla. No en vano, el sistema electoral francés distribuye los 577 diputados en circunscripciones uninominales, de modo que los porcentajes de votos no se traducen necesariamente en un número equivalente de mandatos proporcionales.

Además, en la primera vuelta solo se asignaron 66 escaños a los candidatos que obtuvieron la mayoría absoluta. Entre los que ya están asegurados se encuentra la líder de extrema derecha Marine Le Pen, que tiene otros 38 colegas garantizados en la Cámara Baja del Parlamento.

Por su parte, el Nuevo Frente Popular obtuvo 32, en su mayoría para el LFI de Jean-Luc Mélenchon, mientras que el bloque «macronista» solo obtuvo dos representantes, a la espera de amortiguar este domingo una derrota que, previsiblemente, le mantendrá en tercera posición.

El líder de la Agrupación Nacional, Jordan Bardella, aspira a ser primer ministro, aunque a estas alturas ha cumplido su promesa de buscar liderar el Gobierno solo si cuenta con una mayoría absoluta a su favor. Ese umbral, el de la mayoría absoluta, es el que sus rivales quieren evitar a toda costa, sabiendo que una de las opciones alternativas es la ingobernabilidad.

Por esta razón, tanto el Nuevo Frente Popular como Juntos acordaron retirar a sus respectivos candidatos en aquellas circunscripciones donde quedaron en tercer lugar, aunar votos y formar un frente común contra la extrema derecha. Macron ya habló la noche de la primera vuelta de una «gran concentración democrática».

Más de 200 candidatos adhirieron a este lema y se retiraron, aunque la controversia se vio alimentada por la renuencia de varios candidatos «macronistas» a retirarse, principalmente debido a su renuencia a apoyar candidaturas relacionadas con el LFI. Clasifican al partido de Mélenchon como de extrema izquierda y, por tanto, equiparan los riesgos que plantea a los de la Agrupación Nacional.

La extrema derecha también intentó sacar a relucir el nombre de Mélenchon en la campaña para advertirle que sería primer ministro de un hipotético gobierno de izquierda, a pesar de que tanto él como sus partidos afines lo negaron. El nuevo Frente Popular se presenta sin un líder claro, frente al Grupo Nacional y Juntos, que quiere mantener en el cargo a Gabriel Attal.

El Ministerio del Interior ha preparado un aparato de seguridad de 30.000 policías y gendarmes para esta segunda gira, de los cuales 5.000 están desplegados en París y sus alrededores. Temen que surjan problemas de orden público tras una campaña marcada por movilizaciones sociales, principalmente contra el ascenso de la extrema derecha, e incidentes violentos contra los candidatos.

El ministro Gérald Darmanin confirmó el viernes 51 casos de agresiones físicas o verbales contra candidatos, equipos o aficionados, en una campaña particularmente tensa.

Los días previos a la segunda vuelta también sirvieron para observar más de cerca a los candidatos que lograron superar la primera proyección, que favorecía principalmente al partido de Bardella y Le Pen. Los medios sacaron a la luz declaraciones o gestos abiertamente xenófobos y racistas, o al menos polémicos, como el de un candidato que posó en una fotografía con una gorra de la Fuerza Aérea Nazi Alemana.

Los dirigentes del Grupo Nacional intentaron distanciarse de este tipo de personajes. «Cuando hay ovejas negras, mi mano no tiembla», afirmó Bardella esta semana, mientras Le Pen pedía diferencias sobre «comentarios inadmisibles» de lo que podrían ser «errores» a título personal.

Francia despertará el 8 de agosto con una nueva Asamblea Nacional y, tal vez, un incipiente debate sobre la gobernabilidad. Si la extrema derecha no consigue una mayoría absoluta, como ya le ocurrió a Macron en esta legislatura fallida, la Cámara Baja se vería obligada a buscar nuevos equilibrios.

Macron ha dejado claro que su puesto no está en juego, independientemente de lo que suceda en estas elecciones, y que, por tanto, no se plantea dimitir. La «cohabitación» ya se da por sentada en el mejor de los casos para el presidente con un gobierno de coalición, pero cualquier escenario deberá mantenerse durante al menos un año.

La Constitución francesa establece en el artículo 12 que no puede haber más disolución del Parlamento en un plazo de doce meses, y el Eliseo ha dejado claro que Macron no está considerando invocar el artículo 16, lo que implicaría otorgarse poderes excepcionales para evitar un vacío de poder. El botón nuclear se presionó solo una vez durante la Quinta República, en 1961 en respuesta al golpe de Estado en Argel.

FUENTE

nuevaprensa.info

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