El festival de cine flotante busca honrar a las selvas del mundo en la región amazónica del Perú.

El festival de cine flotante busca honrar a las selvas del mundo en la región amazónica del Perú.

Un barrio en el corazón de la Amazonía peruana, donde la gente vive en palafitos porque la zona es inundada por un río cada año durante seis meses, celebró su primer festival internacional de cine proyectando películas y documentales de países boscosos tropicales.

Integrantes del Festival de Cine Flotante de Muyuna -palabra quechua para referirse al remolino que se forma en los fuertes ríos- instalaron una pantalla de cine sobre una estructura de madera de 10 metros de altura, mientras los vecinos del barrio Belén, que en muchos casos no tienen dinero para ir, Al cine con frecuencia, les gustaba ver películas sentados en sus canoas o desde las ventanas de sus casas.

«Pienso en todos los niños y adultos que tendrán la oportunidad de ver películas en la pantalla grande por primera vez», dijo a The Associated Press Livia Silvano, de 23 años, productora de festivales que vive en el barrio de Iquitos. La ciudad sin acceso por carretera más grande del mundo en el corazón de la selva peruana y conectada al país por el río Amazonas, Itaya y Nanay.

«El festival pretende ser un homenaje a las selvas del mundo y a su gente, las comunidades indígenas, donde creemos que está la respuesta a los desafíos y la destrucción que enfrentan los bosques ahora que todo el mundo habla del cambio climático», explicó Daniel Martínez-Quintanilla, codirector ejecutivo del festival.

Agregó que se proyectarán películas provenientes de Tailandia, Brasil, Taiwán, Panamá y otros países de la selva, además de otras realizadas por jóvenes peruanos.

Martínez-Quintanilla dijo que la fiesta se llama Muyuna porque esos remolinos de los ríos son también el lugar donde viven algunas criaturas míticas del Amazonas, son la puerta de entrada a otros lugares.

«El cine podría ser la conexión con ese otro mundo donde todo es posible», reflexionó.

Entre los participantes había madres, padres y abuelos que nunca habían estado en una sala de cine.

«Por primera vez conocemos estos escenarios que nos acercan a esta comunidad», dijo a la AP Jorge Chilicahua, un agricultor de 60 años que cría pollos y siembra yuca, maíz y hortalizas para sobrevivir. películas mientras está sentado en un barco.

Conforme caía la tarde y llegaba la noche, el ruido del cine se veía respaldado por el sonido de lanchas a motor o de tabernas flotantes cercanas donde se celebraban algunas copas. Más murciélagos volaban cerca, mientras algunos niños, incluso aquellos que no tenían canoas y viajaban en grandes cubos de plástico, se sintieron atraídos por la novedad del cine.

Una noche reciente los vecinos disfrutaron del corto animado peruano «El Motor y la Melodía» que cuenta la historia de una hormiga que tala árboles amazónicos y una cigarra que logra regenerar el bosque tocando una flauta prodigiosa hasta que todo cambia cuando un bosque fuego. aparecer.

En otro, reflexionaron sobre un corto animado taiwanés «1 2 3 Luz roja, luz verde» que contaba la historia de un abuelo carpincho -un roedor amazónico sudamericano- que viaja a Taiwán donde se baña en sus famosas aguas termales. y disfruta de las selvas tropicales con su nieto, pero juntos observan con preocupación cómo la naturaleza verde se hace cada vez más pequeña.

El festival que culmina el domingo, luego de casi dos semanas de actividades, también presentó cortometrajes realizados por adolescentes del distrito de Belén, de 71.000 habitantes, donde se abordan problemas reales.

«Itaya», el nombre del río que inunda el barrio desde hace seis meses, es también el título de un cuento de no ficción de Luz Arirama, de 15 años, quien cuenta que el barco recolector de basura no pasa por Belén todos los días, sino una vez. cada tres meses, y por eso los vecinos tiran basura por las ventanas todos los días.

Otra historia de no ficción es «Rose Apple», una delicada fruta originaria de Malasia, común en las selvas de Centro y Sudamérica, que aborda la violencia sexual en Belén contra las niñas incluso dentro de la familia, destacando un problema nacional en Perú. 1.716 casos de violencia sexual contra menores de 18 años en 2023, y los violadores son el segundo tipo de reclusos más común en las cárceles peruanas, después de los detenidos por robo, según datos oficiales.

La vida en Belén, llamada la «Venecia del Amazonas», es dura.

Aunque es posible pescar haciendo un agujero en el suelo de madera de las casas, las madres vigilan a sus hijos que aún no saben nadar para que no caigan al agua y se ahoguen. Las autoridades sanitarias dicen que la desnutrición y la diarrea son comunes debido a la falta de agua potable y a que los desechos humanos de los baños van directamente al agua.

Gran parte de la población de Belén proviene de las zonas rurales de la Amazonía peruana, de diversas comunidades indígenas que han migrado en busca de mejores oportunidades económicas, educativas y de salud. Su población incluye mestizos y grupos indígenas como los Kukama, Yagua y Bora.

A pesar de toda la adversidad, hay una sensación de resiliencia en el barrio amazónico, comentó el coproductor del Festival Martínez-Quintanilla. Y agregó que por eso la expresión del evento es: «En un mundo que se hunde, aprendemos a flotar».

FUENTE

nuevaprensa.info

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