Efectos del fracking en el agua y medidas de prevención
El fracking o fracturación hidráulica es una técnica de extracción de gas natural y petróleo que se ha utilizado ampliamente en las últimas décadas. Esta técnica implica perforar un pozo e inyectar grandes cantidades de agua mezclada con arena y productos químicos para fracturar formaciones rocosas subterráneas y liberar los hidrocarburos atrapados en ellas. Aunque el fracking ha sido celebrado por brindar acceso a grandes reservas de hidrocarburos no convencionales, también ha provocado un debate considerable debido a sus efectos ambientales.
¿Cómo funciona el fracking?
El proceso de fracking se realiza perforando un pozo vertical que puede tener entre tres y cinco kilómetros de profundidad. Una vez alcanzada la profundidad deseada, los operadores desvían el pozo para perforar horizontalmente a través de las capas de roca que contienen los hidrocarburos. A través de este pozo se inyecta luego una mezcla compuesta de agua (hasta el punto). 90% del total), arena y productos químicos a presiones extremadamente altas. Este cóctel fractura la roca, permitiendo que el gas natural o el petróleo fluyan hacia el pozo y se extraigan.
La arena, conocida como apuntalante, tiene la función de mantener abiertas las fracturas generadas para permitir que los hidrocarburos fluyan libremente hacia la superficie. Los aditivos químicos, que pueden representar hasta un 2% de la mezcla, contribuyen a diversas funciones: reducir la fricción, evitar la corrosión y prevenir la proliferación bacteriana, entre otras.
El impacto del fracking en el medio ambiente
El fracking no está exento de críticas, principalmente debido a su potencial de causar daños al medio ambiente, especialmente a los recursos hídricos. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos ha observado que el fracking puede afectar el suministro de agua potable, lo que genera importantes preocupaciones.
Contaminación de fuentes de agua subterráneas.
Uno de los mayores riesgos asociados con el fracking es la posibilidad de que los productos químicos utilizados en el proceso se filtren al suministro de agua subterránea. Durante el proceso de inyección y fracturación, existe el riesgo de que los fluidos residuales se escapen a través de fallas en la estructura del pozo o fracturas incontroladas en formaciones geológicas, potencialmente contaminando acuíferos y otras fuentes de agua.
Estudios recientes han informado que en regiones como Texas y Pensilvania, los acuíferos cercanos a los sitios de fracking han mostrado altos niveles de metano y otros contaminantes.
Uso excesivo de agua en fracking
El fracking requiere enormes cantidades de agua. Según un informe de la EPA, un pozo de fracturación hidráulica puede consumir entre 5 y 20 millones de litros de agua dependiendo de su profundidad y del tipo de formación geológica. Esto supone una carga importante para las fuentes de agua locales, especialmente en zonas donde el agua ya es escasa.
Derrames y gestión inadecuada de aguas residuales
La gestión de las aguas residuales del fracking también plantea riesgos. Estas aguas, conocidas como atrás pueden contener una mezcla de productos químicos, hidrocarburos y elementos radiactivos que se encuentran en formaciones rocosas subterráneas. Estas aguas deben gestionarse adecuadamente para evitar escurrimientos superficiales que puedan contaminar ríos, arroyos y suelos.
En ocasiones, estos residuos no son suficientemente tratados o almacenados en tanques o estanques que no cumplen con los estándares adecuados, aumentando el riesgo de contaminación ambiental.
Estudios de caso: fracking en los Estados Unidos
Uno de los países donde el fracking ha tenido un mayor impacto, tanto económico como medioambiental, ha sido Estados Unidos. A finales de la década de 2000, el fracking impulsó un auge energético lo que convirtió a Estados Unidos en uno de los mayores productores de gas natural y petróleo del mundo. Sin embargo, la rápida expansión de esta tecnología también ha traído consigo más informes de comunidades locales que informan sobre problemas de contaminación en sus suministros de agua potable.
En áreas como La cuenca Barnett Shale en Texas y la región de Marcellus Shale en Pensilvania, se han detectado varios casos de contaminación de acuíferos. Estos problemas han provocado una fuerte oposición a la fracturación hidráulica en varias comunidades.
Regular el fracking
La regulación del fracking varía significativamente de un país a otro y dentro de las naciones. En Estados Unidos, por ejemplo, los estados individuales tienen la autoridad para regular la fracturación hidráulica, lo que ha dado lugar a diferencias en el rigor de las regulaciones.
Algunos países europeos, como Francia y Bulgaria, han prohibido la fracturación hidráulica debido a preocupaciones medioambientales. Otros, como el Reino Unido, permiten el fracking bajo estrictas regulaciones sobre el uso de químicos y la gestión de aguas residuales.
La situación del fracking en Colombia
Colombia, que todavía está debatiendo el uso del fracking, ha enfrentado un fuerte rechazo de grupos ambientalistas que dicen que las consecuencias ambientales, particularmente en las fuentes de agua, son demasiado grandes para justificar la práctica. En el país, el Páramo de Santurbán es un ejemplo clave de una región rica en agua donde se ha planteado la posibilidad de fracking, y las comunidades se oponen firmemente debido al riesgo de contaminación.
Recientemente, el Congreso colombiano eliminó los incentivos regulatorios para el fracking, lo que se considera una pequeña victoria para los movimientos ambientalistas.
Medidas para mitigar el impacto del fracking
Algunas de las acciones más importantes a implementar son:
- Utilizar tecnologías de monitoreo de pozos más avanzadas para prevenir fugas.
- Reducir la cantidad de agua dulce utilizada reemplazándola por agua reciclada o agua de proceso.
- Mejorar la gestión de aguas residuales mediante técnicas de tratamiento y eliminación más avanzadas.
En general, la fracturación hidráulica puede ser menos dañina si se aplican regulaciones estrictas a nivel mundial, pero las preocupaciones sobre sus efectos sobre el agua siguen siendo un punto conflictivo en la política ambiental.
El fracking ha proporcionado una solución temporal a la extracción de hidrocarburos no convencionales, pero no deben subestimarse los riesgos asociados con la contaminación del agua, la gestión inadecuada de los residuos y los impactos en la salud pública. Las comunidades afectadas y los reguladores deben trabajar juntos para encontrar soluciones energéticas más seguras.