¡Deséchala ya antes de que cause daño!
Originaria de América del Norte, la ambrosía es una planta invasora que está causando estragos en Europa, especialmente en Francia. A pesar de su apariencia engañosa con hojas delgadas similares a las de una zanahoria y flores pequeñas y discretas, esta planta representa un peligro real para la salud pública y la biodiversidad. Capaz de crecer hasta 1,5 metros de altura, la ambrosía coloniza rápidamente tanto espacios naturales como urbanos.
El polen de la ambrosía es altamente alergénico y puede desencadenar reacciones graves como rinitis, conjuntivitis, ataques de asma e incluso eczema. Entre el 6 y el 12% de los franceses sufren estos síntomas, especialmente durante el período de polinización que va desde mediados de agosto hasta octubre. Además, esta planta invasora priva a las especies nativas de los recursos necesarios para su supervivencia, asfixiándolas y matándolas, y coloniza campos cultivados, destruyendo cosechas enteras.
La amenaza ecológica que representa la ambrosía es tan grave que en varios países europeos se han implementado regulaciones que obligan a los propietarios de tierras a eliminarla. En Francia, por ejemplo, los decretos prefecturales pueden imponer medidas de control para combatir su propagación.
Para deshacerse de la ambrosía de manera efectiva, el arrancado manual sigue siendo una de las técnicas más eficaces, siempre y cuando se realice antes de que la planta florezca para evitar la dispersión del polen. También se pueden utilizar herbicidas respetuosos con el medio ambiente, aunque la ambrosía ha demostrado adaptarse rápidamente a estas sustancias químicas, volviéndolas inútiles.
Es importante identificar y reportar rápidamente la presencia de ambrosía a las autoridades locales para evitar que se apodere de terrenos, jardines u otros espacios. Existen programas de seguimiento que permiten controlar la propagación de la ambrosía y coordinar intervenciones para gestionarla de manera efectiva.
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