El Senado de México aprobó este martes una reforma que exigirá a los cruceristas pagar un impuesto de 42 dólares a su llegada a los puertos del país. La decisión ha generado preocupación en el sector empresarial, que afirma que la medida convertirá a México en uno de los destinos más caros del Caribe y afectará directamente al turismo, una de las industrias más importantes del país.
Pese al llamado de varias cámaras de comercio para frenar la reforma, el partido gobernante Morena y sus fuerzas aliadas apoyaron la eliminación de la exención del pago de servicios migratorios para los cruceristas extranjeros como parte de la reforma a la ley federal de inmigración.
La reforma, que fue aprobada la semana pasada por la Cámara de Diputados, también establece un aumento del 7,5% al 8,5% de la participación del derecho especial a la minería, así como aumentos en las tarifas por visita a áreas naturales protegidas, así como por Servicios turísticos de inmigración en aeropuertos para pasajeros de vuelos internacionales que salen del territorio mexicano y visitantes extranjeros sin permiso de trabajo.
Antes de aprobarse el fallo, Octavio de la Torre, presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo, advirtió que cobrar 42 dólares a los cruceristas supondría una «disminución importante de visitantes, que llegará «gravemente». afectando a las pequeñas y medianas empresas que dependen de la actividad turística para sobrevivir” en los estados de Quintana Roo, Baja California, Guerrero, Jalisco y Chiapas.
Según estimaciones de Asociaciones Estatales de Cruceros y Secretarías de Turismo, los puertos mexicanos serán 213% más caros en comparación con otras terminales portuarias del Caribe.
A los anuncios se sumó la Asociación Mexicana de Agentes Nacionales, que aseguró que la reforma -que estipula que dos tercios de los ingresos del impuesto a los migrantes se destinen a la Secretaría de la Defensa Nacional- «afectará severamente la competitividad del país». destinos en el Caribe”.
En el pasado, los pasajeros de cruceros estaban exentos de pagar el impuesto, llamado «impuesto a no inmigrantes», porque duermen a bordo de los barcos y algunos ni siquiera desembarcan durante las escalas en los puertos.