Cómo atraer a la mantis religiosa a su jardín

Un depredador implacable … pero selectivamente
La mantis religiosa no es un exterminador ciego. No ataca plantas, personas o mascotas. Se alimenta exclusivamente de otros insectos vivos que observa gracias a su excepcional visión.
Su camuflaje, a menudo verde o marrón, le permite mezclarse perfectamente con la vegetación y esperar pacientemente hasta que su presa esté a su alcance.
Y cuando ataca, es deslumbrante. En una fracción de segundo, sus patas hábiles, dobladas como cuchillas, capturan a su víctima con precisión quirúrgica. Moscas, mariposas, langostas, orugas, pulgones, áfidos… cualquier insecto que se mueva y se cruce en su camino puede formar parte de su menú.
Esta dieta en realidad es un verdadero regulador del equilibrio biológico, especialmente en verano, cuando las poblaciones de insectos se disparan. A diferencia de los tratamientos químicos, la mantis distingue entre plagas y auxiliares según su instinto.
Un insecto útil … pero en declive
A pesar de sus cualidades, la mantis religiosa es poco común en ciertos jardines modernos. Requiere un entorno natural, un nivel adecuado de biodiversidad y, sobre todo, un hábitat estructurado lejos del exceso de césped y los tratamientos con insecticidas.
El típico jardín, demasiado «limpio» con césped cortado, macizos ordenados y cercas perfectas, no es adecuado para ella. Prefiere áreas con pendientes suaves, laderas con flores, hierbas altas, varias cercas donde puede esconderse y cazar.
Los pesticidas, incluso los naturales, también representan una amenaza: un jardín rociado, incluso con jabón negro o aceite de neem, perturba el equilibrio alimenticio de la mantis, que depende de una cantidad suficiente de presas vivas.
Crear las condiciones ideales para atraer (y mantenerla)
Atraer a la mantis orante no requiere construir cabañas ni nidos. Lo que busca es un jardín vivo y diverso, con áreas sin alterar. Algunos gestos sencillos son suficientes para atraer a este fascinante insecto a áreas donde ha desaparecido.
Todo comienza con la vegetación. La mantis ama las plantas altas con tallos robustos donde puede trepar, acechar y descansar. Le gustan las esquinas plantadas con hinojo, eneldo, cosmos, girasoles, zanahorias silvestres u otras plantas que atraen insectos voladores.
También es importante evitar cortar todo el jardín. Un prado en flor, un parche de hierbas, un rincón de plantas silvestres… son refugios donde la mantis puede esconderse, cazar y depositar sus huevos. En otoño, deposita sus ootecas (cápsulas de huevos) en tallos secos o tutores. Un jardín demasiado limpio en otoño destruye estos valiosos hábitats.
Finalmente, no rocíe insecticidas cuando sepa que está presente. La mantis es sensible a los productos químicos, incluso a la luz. Para que se quede, permita que la naturaleza haga su trabajo.
Un aliado discreto … y espectacular
Más allá de su utilidad en el jardín, la mantis religiosa es fascinante. Su comportamiento, su postura de oración, su habilidad para girar la cabeza (algo raro en los insectos) la convierten en un tema interesante para observar, especialmente para niños o amantes de la fotografía.
También es un valioso indicador de la salud del jardín. Su presencia indica un ecosistema rico, vivo y equilibrado. Donde se establece, los insectos abundan… pero no hasta el punto de causar estragos.
Si alguna vez tiene la suerte de ver una hembra adulta en primavera depositando una ooteca en su jardín, considérelo una recompensa. Ha logrado crear un espacio lo suficientemente acogedor como para que la mantis decida establecerse allí.
No tiene la popularidad de la mariquita ni su dulzura. Pero la mantis religiosa es una aliada invaluable para los jardineros que respetan la vida. Una guardiana silenciosa y formidable que protege sus plantas sin pedir más que un poco de espacio, tranquilidad… y presas.