Los ciudadanos de Nauru y su medio ambiente devastado.

Con una masa terrestre de unos 21 kilómetros cuadrados, Nauru, ubicada en el Pacífico Sur cerca del ecuador, es una de las naciones más pequeñas del mundo, la tercera después del Vaticano y Mónaco. Además, es la única sin capital (Yaren es prácticamente la única ciudad de la isla). El medio ambiente de Nauru está casi destruido y la mayoría de sus habitantes son obesos.

Para entender lo ocurrido tenemos que remontarnos a principios del siglo XX, cuando el destino de Nauru se transformó radicalmente. Desde que una empresa del Reino Unido empezó a extraer fosfato en la isla.

Tras obtener su independencia en 1968, siendo primero alemana, luego japonesa y finalmente australiana, Nauru disfrutó de un auge económico sin precedentes en los años 1970 y 1980. En aquel momento, las arcas del Estado estaban rebosantes de beneficios procedentes de los derechos mineros.

Estos beneficios se distribuyeron entre los ciudadanos de Nauru, es decir, entre los propietarios de tierras de la isla. Como resultado, el PIB per cápita se convirtió en uno de los más altos del mundo. Entonces la gente ya no tenía que trabajar.

Durante el boom económico, existía una aerolínea que conectaba la isla con Australia y Nueva Zelanda, donde los naruanos viajaban para gastar su dinero o invertirlo en todo tipo de negocios (especialmente inmobiliarios). Nauru es considerado un paraíso fiscal. Y sus residentes han sido acusados ​​de diversos delitos (blanqueo de capitales, venta de pasaportes, etc.) en repetidas ocasiones.

Como consecuencia de la minería, la tierra ha quedado agotada y casi el 90% del territorio ha sido destruido por las excavadoras. Nauru se ha quedado sin naturaleza y estuvo al borde de la quiebra en la década de 1990, cuando las reservas de fosfato empezaron a agotarse. Mientras que las inversiones del gobierno y de los residentes en el extranjero también sufrieron grandes pérdidas.

Los bosques naturales habían desaparecido, el desastre ecológico y el enorme daño ambiental estuvieron entre los peores del mundo (y uno de los menos conocidos). De hecho, en los últimos años se han producido avances en la recuperación de tierras y el avance de la vegetación.

Para complicar aún más las cosas a los nauruanos, la isla se encuentra entre las que, debido a su bajo relieve, podrían desaparecer, tragados por el océano, si el hielo continúa derritiéndose debido al calentamiento global. Y como resultado, las aguas del Pacífico siguen subiendo.

En este punto, Nauru se considera un país insolvente y depende de pocos ingresos de los fosfatos (que han bajado de precio) y de la ayuda internacional de Australia (que tiene allí una prisión y un campo de refugiados) y Taiwán (a cambio del voto de la nación en la ONU).

Antes de la llegada de las empresas inglesas, cuando Nauru aún conservaba su cultura gastronómica tradicional, el panorama era muy diferente. Las fotografías en blanco y negro de esta época muestran una isla de hombres corpulentos y mujeres delgadas y elegantes. Antes de que comenzara la minería, la dieta de los habitantes de la isla se basaba en pescado capturado en el mar y mango y otras frutas recogidas de los bosques.

Según un estudio realizado por el gobierno de Nauru y la OMS (Organización Mundial de la Salud), la cultura tradicional de pesca y recolección ha cambiado significativamente, debido a la importación de productos alimenticios occidentales y la falta de incentivos para el trabajo. Lo que llevó a un deterioro de los hábitos alimentarios y la falta absoluta de ejercicio en los últimos 30 años, provocando las peores condiciones de salud en la región del Pacífico.

Aunque pequeña, en materia de obesidad, esta nación insular es un gigante, ocupando el primer lugar en el mundo, con un peso promedio entre sus habitantes de unos 100 kilogramos. Lo que conlleva innumerables problemas de salud.