El sol llegó acompañado de lo inesperado. A las 9.45, el Gordo de la Navidad se cayó del tambor y los niños de San Ildefonso cantaron el número «20.426» sin saber que estaban esparciendo «alegría» en este pequeño pueblo situado en la zona oriental de la Región de Murcia, famoso por sus balnearios y su patrimonio arqueológico.
De izquierda a derecha: Concha Lajara, Sáhara Palazón, la alcaldesa de Fortuna, Catalina Herrero, Pedro José Ruiz, José S. Sarabia y Jesús Soler posan en la puerta del Ayuntamiento con fotos antiguas de sus familiares y algunas tomadas el 22 de diciembre de 1964, en las celebraciones tras ganar el primer premio de la lotería de Navidad. Edu Botella/Europa Press
El primer premio «regó» al municipio con 37,5 millones de pesetas -para 60.000 papeletas- que fueron «ampliamente repartidas» entre el barrio. «La ciudad cambió completamente y prosperó», dice Jesús Soler, que entonces tenía 11 años.
La madre de esta vecina tuvo la mala suerte de tener suerte porque no compró el billete con el número de la suerte -se lo ofrecieron pero decidió no comprarlo-, aunque sí lo hicieron sus tres tíos y el novio de su hermana, que promete casarse con ella si ella ganó la lotería. Y así lo hizo tres meses después, el 21 de marzo de 1965.
Las papeletas que se vendieron en la calle procedían de la administración de María Consuelo Marco en la Calle de la Cruz. Fue su hijo, Jorge Lajara, trabajador del Ayuntamiento, quien los llevó al Ayuntamiento para su distribución a través de talonarios. Cada billete costaba 10 pesetas, de las cuales 8 eran para juego y 2 para lucro.
Concha Lajara posa para fotos con su padre, Jorge Lajara, y su abuela, María Consuelo Marco, encargada de administración que distribuyó el ejemplar premiado. Edu Botella/Europa Press
La hija de Jorge y nieta del operador de lotería, Concha Lajara, mira con nostalgia las fotos de aquel día histórico en el que Fortuna, su tierra natal, abrió las puertas de la fortuna. “El pueblo se llenó con 600; mucha gente compró una casa, como mis padres, que hasta ese momento estaban pensando en pedir un préstamo», explica Lajara, quien dice que su padre se sintió «muy orgulloso» de haber ayudado a distribuir un préstamo. Lluvia de millones entre los vecinos.
Buena parte de los diezmos premiados los repartió el cabo de la policía local Joaquín Palazón, natural de Cieza, aunque afincado con su familia en Fortuna. Fue este agente quien, a petición del alcalde, José Cascales, acudió unos días antes a los distritos para «regalar» un número que nadie quería comprar.
Sáhara Palazón posa con la foto de su padre, el cabo de la policía local Joaquín Palazón, que repartió algunas de las papeletas ganadoras entre los vecinos de las pedanías. Edu Botella/Europa Press
«Fue a venderlo al campo en su moto. Llovía mucho, pero fue allí. Mucha gente se quedó con el billete pero no pagó porque no tenían dinero», dijo a Europa Press Palazón la hija del cabo. de una cafetería de la Plaza Juan XXIII.
Al conocer la buena noticia, el policía acudió a celebrarlo a la puerta del Ayuntamiento, donde decenas de vecinos, entre ellos muchos niños, esperaban emocionados lanzando fuegos artificiales para celebrar la noticia. «Vivimos en un almacén y mi padre pudo comprar una casa para su familia», dice Palazón.
Otro ganador fue el párroco, Juan Cánovas, calificado por los periódicos de la época como «joven y algo tímido», que repartió los 12.000 duros que recibió entre su familia, las obras del colegio de las hermanas apostólicas y los necesitados. gente.
Los familiares de la actual concejal, Catalina Herrero, también recibieron un pellizco por parte de Gordo. En concreto, los abuelos de Luisa, que era hermana del entonces alcalde y panadera de profesión. Con el dinero recaudado en dos billetes ganadores -120.000 pesetas- la familia pudo comprar un segundo televisor y reparar la casa en la que vivían.
Jesús Soler posa con el décimo número ‘20.426’, que se repartió 37,5 millones de euros entre los vecinos en el sorteo de la lotería de Navidad de 1964 Edu Botella/Europa Press
«Fue un momento muy especial porque le tocó el turno a mucha gente que lo necesitaba; había vecinos que no tenían baño y con ese dinero pudieron hacerlo», explica Herrero, quien está convencido de que si El Si Gordo jugara a partir del nuevo domingo en Fortuna, «el festejo sería con la misma alegría».
Los ricos de la época también accedían al Gordo de la Navidad a través del «Bar Celó», propiedad de Francisco Barceló, quien repartía la fortuna en forma de billetes a cambio de un tercio de la cerveza, según uno de sus allegados, José S. . Sarabia, mientras mostraba el anuncio que alguna vez se colocó en el establecimiento para incrementar el consumo.
José S. Sarabia posa con una fotocopia de un periódico haciéndose eco de las fiestas y con un cartel que Francisco Barceló instaló en el «Bar Celó» para avisar a sus clientes de que regalará un ticket por cada cerveza consumida. Edu Botella/Europa Press
Ana Carmen Martínez se disponía a poner en el horno unas llandas -bandejas metálicas- de dulces navideños con varios vecinos, entre ellos José Ruiz, llamado «Pepín», cuando apareció en la puerta el periodista Tico Medina (1934 – 2021), quien había viajado a la ciudad para cubrir la noticia.
«El Tico cuando vio a ‘Pepín’ le abrazó porque habían estado juntos en el ejército en Bétera (Valencia) hace más de 10 años», comentó Ana Carmen, que define ese momento como «muy emotivo». Es precisamente el hijo de ‘Pepín’, Pedro José Ruiz, quien actualmente es el gerente de la Administración de Loterías de San Roque en el centro de la ciudad.
Pedro José Ruiz muestra una fotografía en la que aparece su padre José Ruiz «Pepín» abrazando a su hijo Alonso mientras celebra entre los ganadores del primer premio de la lotería de Navidad de 1964. Edu Botella/Europa Press
El marido de Ana Carmen, Juan Durante, vio varias papeletas para el número de la suerte emitidas antes del sorteo en un café balneario, donde jugaba una partida de dominó con otros tres hombres, uno de ellos el alcalde. Alguien colocó cuatro papeletas a 5 duros cada una, pero su marido eligió la rosa, y «luego se cayó la blanca», señala.
A pesar de no tener la suerte de ganar aquel sorteo, la mujer recuerda el momento con una gran sonrisa. «La fortuna ha aumentado mucho y se han tapado muchos agujeros», apunta.
Edu Botella/Europa Press