En una entrevista con Europa Press, Crisal señaló la tendencia «creciente» del turismo cultural que, actualmente, representa alrededor del doce por ciento de la contribución al Producto Interior Bruto (PIB).
El incremento que se produce en España es del ocho por ciento en el caso de los turistas nacionales; y 32 por ciento en el caso de los turistas extranjeros.
Y eso es porque «Hay más educación y más conciencia, en la sociedad, de aspectos que se valoran como la historia o la cultura» y «lo mismo ocurre con el patrimonio natural».
«Esto sin tener en cuenta las declaraciones como patrimonio mundial, a lo que habría que sumar una afectación mayor», afirmó.
Cuando un bien cultural ya establecido hace esta afirmación, como es el caso de Notre Dame, tiene un impacto tanto en el número de visitantes como en el Producto Interior Bruto.
Sin embargo, cuando el bien que toca la declaración es de destino desconocido “destaca de mayor manera tanto el movimiento económico como la atracción que genera; Se ve un salto más importante.»
Incluso estar en la terna «genera un movimiento» porque «da visión a algo que se desconocía».
Es entonces cuando entra en juego la “necesaria” gestión que canalice de forma “sostenible” a los turistas hacia el territorio.
«La cuestión es tener un plan de manejo adecuado del territorio para poder canalizar el turismo y evitar problemas a la población», enfatizó.
En este plan de gestión «hay que considerar a todas las partes», empezando por los habitantes. Mejorar sus condiciones de vida y hacerles partícipes de este plan de gestión, porque «de nada sirven los planes que dan la espalda a las personas y a las asociaciones locales».
Asimismo, «es importante considerar todos los organismos que forman parte del gobierno, desde el local hasta el nacional, e integrarlos, porque muchas veces es patrimonio común de varios municipios».
Puso como ejemplo El Caminito del Rey, en Málaga, donde con un plan de gestión se logró canalizar el turismo y, además, se coordinaron dos localizaciones.
Para este experto, también es «muy importante estudiar bien al visitante para generar una experiencia satisfactoria y que tenga un buen servicio».
«Para que funcione», añadió, «Hay que considerar todos los elementos y por supuesto la conservación».
En cambio, hay lugares, como las Cuevas de Altamira o la Alhambra, que son «tan importantes que tienen su propio plan de gestión».